La disciplina conocida como Psiconeuroinmunología estudia la relación existente entre nuestros estados mentales y emocionales con la capacidad del sistema inmune de responder adecuadamente y mantener nuestra integridad biológica, protegiéndonos contra los agentes extraños al organismo. Esta comunicación entre la actividad psíquica y nuestra inmunidad se produce a través de diversos caminos biológicos que comunican al sistema nervioso con el sistema inmune.

Los científicos han descubierto que el cerebro puede recibir señales directamente del sistema inmune tal como sucede con los neurotransmisores en la comunicación interneuronal y han encontrado receptores para neurotransmisores en las células inmunes, concluyendo que el sistema inmune responde a señales enviadas por el sistema nervioso.

La visión actual del sistema inmune es que se trata de un sistema nervioso circulante y un sistema sensorial que recibe señales del exterior y las transmite al cerebro.

Ahora la pregunta es, teniendo en cuenta que  la actividad psíquica influye sobre el sistema inmune y viceversa, puede esta influencia ser de tal magnitud que pueda determinar la evolución de una enfermedad autoinmune, infecciosa, el SIDA, e incluso el cáncer.

Las evidencias científicas en experimentos realizados en humanos demuestran que el sistema inmunológico varía de acuerdo a los estados emocionales de los sujetos. La psicóloga Jannice Kiecolt y su esposo el inmunólogo Ronald Glasser en la universidad de Ohio han conducido una serie de experimentos donde encontraron disminución de la respuesta inmunológica de Inmunoglobulina A (IgA) en estudiantes sometidos a estrés académico; en personas viviendo en situación de estrés crónico como las parejas con discordia marital, en cuidadores de pacientes con Alzheimer, Kiecolt-Glasser hallaron disminución de la respuesta inmunitaria antitumoral de las células NK.

El psicólogo David McClelland proyectó a estudiantes voluntarios una película donde se observaba actos bondadosos realizados por la madre Teresa y encontró que luego de varias horas la respuesta inmunológica de la IgA estaba aumentada; cuando en un grupo similar proyectó una película de las atrocidades producidas en la segunda guerra mundial encontró que la respuesta de la IgA estaba disminuida.

¿Qué prueban estos experimentos?

  1. La conexión psiconeuroinmunológica está científicamente demostrada. 2. Los estados emocionales producen variaciones en la respuesta inmunológica.

Si esto es así,

¿Podemos influir sobre nuestra respuesta inmunológica a través de nuestros pensamientos y emociones?

¿Puede la intervención psicológica modificar nuestra respuesta a las infecciones y tumores?

Varios experimentos parecen confirmar esta interrogante, y si bien nadie puede afirmar que solamente modificando nuestros pensamientos y emociones o con la intervención psicológica podemos controlar nuestro sistema inmunológico de tal manera que estemos protegidos de las infecciones y tumores, sí está demostrado que es posible influir favorablemente sobre nuestra inmunidad.

El psiquiatra David Spiegel en la universidad de Stanford (1989), encontró que las mujeres con cáncer de mama metastásico que además de su tratamiento médico convencional habían recibido mayor apoyo psicosocial y realizado ejercicios de relajación, tuvieron el doble de supervivencia que un grupo de mujeres que solamente recibieron el tratamiento médico.

En un experimento realizado en 1996, en mujeres con cáncer de mama metastásico Spiegel encontró que la actividad In Vitro de las células NK disminuía en relación a los valores basales, luego de una fuerte discusión con su pareja y esta disminución duraba durante varias horas.